Escondido en las cimas de las selvas tropicales de Asia sudoriental, este pequeño lagarto, que se confunde con la corteza de los árboles, hubiera podido pasar desapercibido durante mucho tiempo. Pero, de repente, ese reptil insignificante, se inclina hacia el vacío y despliega sus alas de color amarillo anaranjado y azul intenso, antes de lanzarse al vuelo. Este sorprendente dragón volador se llama draco. A diferencia de los pájaros y murciélagos, el draco no tiene alas en las extremidades delanteras, sino en las costillas. Este animal no bate las costillas para volar ni tiene alas, sino un pliegue en la piel. En realidad se deja llevar por corrientes de aire ascendentes. Y así se pasa la vida, de árbol en árbol. Sólo baja a tierra para poner los huevos.
Las dieciséis especies de dragones voladores conocidas pululan por Filipinas, Malasia, el archipiélago indonesio y el sur de la India. Pasan el tiempo tostándose al sol para calentar su grácil cuerpo. Por lo general los machos están muy ocupados plegando y desplegando sus “alas” de colores; así intimidan a sus enemigos y contrincantes, y cortejan a las hembras.
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