Existe en el sudeste africano una mantis extraordinaria, la mantis flor, cuyo cuerpo, provisto de excrecencias foliáceas, se parece a una magnífica flor de color púrpura, y de aquí su nombre. Claro es que, para engañar a sus víctimas, este animal permanece las más de las veces inmóvil entre verdaderas flores, los colores de los cuales armonizan con el suyo. El apetito y su ferocidad de la mantis flor en nada son inferiores a los de su congénere europea.
Para acumular provisiones, este animal llega al extremo de coger y matar insectos antes de haber acabado de engullir el que se está comiendo. Como la mantis común de nuestros países, la mantis flor devora frecuentemente al macho que la ha fecundado. Se cree que este festín de caníbal le da a la mantis flor la fuerza y la energía que necesita para buscar un lugar propicio donde poner sus huevos, que ascienden a un centenar. Los envuelve en una sustancia espumosa que se seca muy pronto, y los deja colgados de un extremo de tallo o de rama pequeña.
Las larvas de la mantis flor son idénticas a sus progenitores, con la excepción de que carecen de alas; no las adquirirán hasta que hayan transcurrido varios meses.
Para acumular provisiones, este animal llega al extremo de coger y matar insectos antes de haber acabado de engullir el que se está comiendo. Como la mantis común de nuestros países, la mantis flor devora frecuentemente al macho que la ha fecundado. Se cree que este festín de caníbal le da a la mantis flor la fuerza y la energía que necesita para buscar un lugar propicio donde poner sus huevos, que ascienden a un centenar. Los envuelve en una sustancia espumosa que se seca muy pronto, y los deja colgados de un extremo de tallo o de rama pequeña.
Las larvas de la mantis flor son idénticas a sus progenitores, con la excepción de que carecen de alas; no las adquirirán hasta que hayan transcurrido varios meses.
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